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Lecciones para ser un desarrollador inmobiliario


Los conceptos y aptitudes que debe aprender un profesional para iniciarse en el negocio del real estate.

Pensar un proyecto, desde la elección del lote hasta la venta de sus unidades, requiere de conocimientos que atraviesan distintas disciplinas. Hace falta saber calcular el costo y el valor de venta conveniente, comunicarlo de manera eficiente a un público determinado previamente y encuadrarlo en una situación legal, por citar sólo algunas nociones de finanzas, marketing y derecho que intervienen en el negocio.

En abril comienza en la FADU - UBA la sexta edición del posgrado Desarrollo de Proyectos Inmobiliarios, un programa de un cuatrimestre que pretende dar respuestas a aquellos profesionales con vocación de ser empresarios de real estate.

Sandro Ortiz, coordinador del curso, asegura que “las clases están muy orientadas a formar desarrolladores con un perfil ejecutivo, en el sentido de que salen del como profesionales que tienen las herramientas para hacer un desarrollo inmobiliario. Esa es la ventaja competitiva en relación al resto de la oferta académica”.

Damián Tabakman, director del posgrado, aclara que “no se enseñan herramientas básicas, sino de dirección, para que el desarrollador, que es quien conduce el emprendimiento, tenga los conocimientos necesarios para pedirles a los especialistas tal como quiere que se hagan las cosas”. Y detalla: “En ese sentido no es muy distinto a un arquitecto que contrata a un calculista de hormigón. El arquitecto sabe, pero delega en un especialista. Lo importante es que sepa sobre liquidación de impuestos, flujo de fondos o comunicación, entre otras cosas”.

“Como arquitectos, en general tenemos un déficit en todo lo que es cuantitativo”, remarca Ortiz. “Tenemos mucha formación cualitativa pero nos cuestan las materias que están relacionadas con la evaluación, como pueden ser los modelos matemáticos aplicados a casos específicos de proyectos inmobiliarios”.

Por su parte, Tabakman agrega: “El financiamiento no es la única pata floja para los arquitectos. El marketing y la venta es otra, el proceso de entender que lo que se edifica es para que alguien lo compre desde la perspectiva del desarrollo inmobiliario”. Como profesional del diseño, Tabakman reconoce que en la facultad se enseña cómo proyectar para el usuario, “para que la casa sea buena, confortable, cómoda, linda y eficiente energéticamente” pero además de eso “el desarrollador está obligado a imprimir la impronta de la venta. Es decir, tiene que hacer que alguien tome la decisión de comprar y que el producto sea accesible y seductor”. En cuanto al financiamiento, detalla que “hoy, en el mercado hay un fuerte componente bancario, con lo cual hay que saber interactuar con los bancos, saber qué es un balance. Hay cosas que se tienen que pedir a un contador o a un abogado pero el empresario tiene que marcar el norte y saber cómo y qué pedir y cómo negociarlo”.

La cursada incluye charlas con desarrolladores que cuentan su experiencia, sus proyectos exitosos y también sus fracasos. “Hacemos mucho foco en los casos que salen mal, para detectar los errores y aprender, por ejemplo, de alguien que en la desesperación por financiar un proyecto vendió barato y la obra le resultó mucho más cara”, argumenta Tabakman.

Ortiz señala que existen otras especializaciones de dos años que pueden continuarse después del posgrado pero reconoce que “desarrollar es tirarse a la pileta y la realidad le va a ir pidiendo al profesional que de a poco vaya incorporando otros conceptos”. Por lo pronto, “para proyectos pequeños y de mediana escala el curso está perfecto”. considera.

La materia con la que se aprueba el curso consiste en un trabajo práctico integrador en el que se aplican todos los conocimientos sobre un caso específico.





Fuente: Clarín

14/03/2018

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